Cuando llega la primavera no son únicamente los más jóvenes los que reciben esa «fiebre primaveral», los mayores también la perciben y son especialmente sensibles a estos cámbios estacionales, el mayor número de horas de sol, el estirar cada vez más los días.

Para ellos también vienen asociados a la primavera cambios de hábitos, ganas de disfrutar la luz del sol, aromas, alergias y todo lo bueno y lo malo que aporta esta estación del año.

Sin lugar a dudas es el momento de estirar más los días, poder salir más a la calle y realizar actividades en el exterior. Los paseos deben ser algo obligado en esta época, pues es bueno que reciban luz solar y mantengan una adecuada actividad física. Aquellas personas con mayor dependencia también es bueno que aunque sea en andador o silla de ruedas aprovechen las horas de sol antes de los calores del verano.

Las personas con mayor movilidad todavía pueden realizar actividades que les exija pequeños esfuerzos físicos y para ellos resulta muy recomendable el cuidado de animales domésticos, pájaros por ejemplo, plantas o manualidades, que distraigan sus muchos ratos libres y sobre todo que los mantega activos. Para aquellos que todavía no realiza ninguna actividad esta estación del año es la más idonea para animarlos a comenzar una que mantenga la mente activa y además de una distracción les será de gran ayuda como ejercicio preventivo.

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